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Mostrando entradas de septiembre, 2020

Las horas mansas de los lirios

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Exordio   Al poco de conocerte me reflejé en tu nombre. Quiero decir, te inventé a mi antojo. Mi mundo es un espacio cerrado en el que yo soy el dios (demiurgo menor, diría Platón) y reinvento lo creado en mi forma y medida. Quizá fuera la única mujer sin amigas obsesas, No obstante, ella era la única amiga obsesa de sus amigas. Al poco de conocerte me reflejé en tu nombre. Quiero decir, te inventé a mi antojo. Mi mundo es un espacio cerrado en el que yo soy el dios (demiurgo menor, diría Platón) y reinvento lo creado en mi forma y medida. Se ceñía los jeans –dejando algunos rotos– y hablaban arrugados los vecinos. Ella, siempre certera, quería ser la niña mala del Vargas Llosa, y trenzaba guirnaldas sobre un mantel manchado de disgustos, mientras, maldecía al Che por no haberla llamado a la revolución. Vietnam quedaba lejos y al Río de la Plata le tenía antojo. Simone de Beauvoir no hubiera hecho carrera de ella, en todo caso, Édith Piaf le hacía tilín, admiró su valor y la escuchaba